¡Siempre en nuestros corazones!

No hay palabra, no hay abrazo y no hay frase que nos ayude a llenar los vacíos en las oficinas, en los corredores y en los salones que dejaron diez de los nuestros.


Unos días después, cuando pasan los actos fúnebres, cuando se retoma la rutina, sin normalidad exitosa, es cuando el dolor y las emociones que se creían que eran de momento, se vuelven parte de los días. Sentir y ver vacíos sus puestos donde trabajaban, sus pupitres donde estudiaban, los espacios donde mantenían y los corredores donde solían pasar, recuerdan que no solo fueron una cifra.

Y no, no solo fue otro desafortunado accidente de tránsito en el sector de La Línea, es un antes y un después en las vidas de todos; día tras día, va pesando más el hecho de que realmente se perdieron a 10 integrantes de la familia, esa familia con la que se compartieron un sinfín de espacios académicos, laborales y personales.

No habrá homenaje, velatón, arreglo floral, foto, video, ni nada que logre recordar lo que fueron Andrés, Anyie, Deiver, Juan José, Luis Enrique, Thylan, Yeison, Jorge Iván, Daniel y Alejandro, en las vidas de cada uno de las personas que coincidieron en una clase, un trabajo, un café o hasta un simple saludo con ellos.

Andrés Felipe Villero Castellanos, acá como en su natal Valledupar, será recordado por su rendimiento académico y su pasión por la ingeniería. Siempre tuvo claro cuál era su meta: estudiar, crecer y construir un futuro con bases sólidas.

Anyie Milena Ocampo Martínez, una mujer guerrera, alegre, humilde, entre otras cosas, que con determinación luchó por alcanzar sus sueños de hacerse profesional, teniendo de motivación a su hija y su familia.

Deiver Felipe Vargas Junca, un joven al que todos querían, que a través de la risa y su autenticidad, lograba llegar al corazón de todos; apasionado y disciplinado por las matemáticas, los números y la ingeniería.

Juan José Restrepo Gómez, con carácter y determinación viajaba todos los días desde su natal Quimbaya hasta la universidad, para estudiar y superarse, dejando ver sus ganas de salir adelante y aprender.

Luis Enrique Valencia Carvajal, dejó en todos quienes lo conocieron el recuerdo de un ser humano auténtico, solidario y entregado a trabajar por el bien común; además de un gran corazón generoso y una calidez que lo hacía cercano.

Thylan Marín Muñoz, su voz calló antes de tiempo, pero su legado seguirá vivo en cada una de sus canciones, versos e historias, dejando la imagen de un joven que se animó a soñar entre la ingeniería, el arte y la vida.

Yeison Andrés Parra Giraldo, un joven curioso oriundo de Sevilla, que dejó un vacío difícil de llenar entre su comunidad y sus compañeros, por sus valiosos aportes y su energía.

Jorge Iván Ocampo Orozco, su calidad humana, su compromiso por la educación pública y su incansable vocación por enseñar. Su legado queda impreso en las generaciones de profesionales que contribuyó a formar.

Daniel Felipe Arias García, querido por quienes fueron sus compañeros de estudio, por sus compañeros de trabajo y por todos los estudiantes que pasaron por sus clases o que pudieron compartir con un ser humano lleno de energía y pasión.

Alejandro Villada Ospina, todos los que tuvieron el placer de conocerlo llegan a la misma conclusión: fue uno de los seres más humanos que cualquier persona se puede cruzar en la vida; siempre tenía una sonrisa como respuesta, un abrazo de consuelo para sus amigos y alguna historia para hacer reír.

Cada uno de estos recuerdos, cada uno de sus rostros y cada uno de ellos, estarán siempre en los corazones de todos. Desde las altas directivas hasta los auxiliares, estudiantes de todos los programas académicos, padres de familia, en resumen, absolutamente todos los integrantes de la Familia Humboldt sienten la pérdida y saben que nada, ni nadie llenarán lo que significaban Andrés, Anyie, Deiver, Juan José, Luis Enrique, Thylan, Yeison, Jorge Iván, Daniel y Alejandro, en sus vidas.